lunes, 21 de mayo de 2007

Los Caracas vuelve a sus días de ciudad vacacional

EL NACIONAL - Domingo 20 de Mayo de 2007 Viajes/4
Viajes
Los viajes de Valentina

Los Caracas vuelve a sus días de ciudad vacacional
VALENTINA QUINTERO
valenqui@movistar.com.ve

Obra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, la Ciudad Vacacional Los Caracas renace de la indolencia, se recupera de la furia de la naturaleza con las diversas vaguadas y retoma su función original de servir de hospedaje a cientos de familias, que aspiran a unas vacaciones de playa y montaña a precios solidarios
¿Cómo llegar? Por los momentos hay que pasar las vicisitudes de la trocha que nunca se sabe, atravesar toda La Guaira hasta Naiguatá y tomar la maravillosa avenida Costanera hasta llegar a Los Caracas. Si salen desde Caracas temprano en la mañana no son más de dos horas.
El trayecto es parte del viaje. Siempre les digo que el trayecto es para gozárselo, en los viajes no hay afán, el gusto de ojo es una dicha y salir tempranito en la mañana es fresco, rendidor y muy luminoso. Mi recomendación es arrancar tipo 6:00 de la mañana desde Caracas, se detienen en el parador turístico Mac Merys en Tanaguarena que abre al amanecer y se comen tremendas arepas rellenas o unas empanadas suculentas con jugo y café, y siguen camino. Pueden hacer una paradita en Anare o Punta Care para surfear, si ese fuera el antojo, o continuar vía Los Caracas. En La Costanera vayan despacio y disfruten a plenitud cómo revientan las olas en esas piedras enormes que tienen hasta cuevas.
La ciudad vacacional de toda la vida.
Casi toda mi generación vivió la dicha de pasar semanas y hasta meses enteros en la Ciudad Vacacional Los Caracas cuando éramos unas criaturitas. Construida durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez como Leprosería Nacional en 1944, parece que les quedó tan estelar que resolvieron convertirla en Ciudad Vacacional y así fue durante décadas.
Lo que sucede es que en Venezuela parece que la venganza consistiera en abandonar lo que hizo la dictadura –fíjense en El Helicoide, la autopista de La Guaira, la UCV, los bloques de El Silencio, el hotel Humboldt, el hotel Maracay–, pero nunca pensamos que el general construía para la eternidad.
Los dictadores siempre juran que gobernarán para siempre. Lo que sí había en esos tiempos era la dignidad para el obrero. Se le daba lo mejor.
Lo merecía. Era el sentido social de Carlos Raúl Villanueva, nuestro arquitecto ejemplar.
La primera catástrofe fue producto de la indolencia y el abandono. Luego el actual régimen prometió convertirla en la ciudad de los niños de la patria y cuando estaba más o menos a punto, vino la vaguada en 1999 y arrasó con todo.
Así se mantuvo hasta casi siete años después. Hoy, la Ciudad Vacacional Los Caracas se sacudió el barro, se desprendió el abandono y se pintó de colores estridentes para lucir limpia y sanita como debe ser cuando hay visitas. Ha sido un trabajo ejemplar del equipo del Instituto Nacional de Capacitación y Recreación de los Trabajadores.
Con su traje de luces.
Lo admirable es esta construcción de Pérez Jiménez. ¡Qué diseño tan brillante de Villanueva! Techos muy altos con bloques de ventilación para que la brisa entre y salga, espacios amplios, cocinas con puerta al patio, luz en abundancia, jardines enormes, distancia entre las casas, hoteles de dos pisos con corredores enfrente, vías de circulación anchas, el río a un lado, la playa en la entrada. La armonía es total. Pero lo insólito es cómo esta construcción se ha resistido a la destrucción. La piscina está intacta, sin un agujerito de filtración, con su mismo piso desde hace más de 60 años, al igual que los restaurantes en los alrededores. Techos en triple altura, rampas para subir y bajar, comedores enormes, cocinas gigantescas, ventanales generosos para ver el mar. Es apabullante la genialidad en la arquitectura y la calidad de los materiales en esta Ciudad Vacacional Los Caracas.
A precios solidarios.
El Incret es el órgano gestor de la recreación en el país. Han sido ellos los encargados de recuperar estas instalaciones y la mística y el orgullo son notorios. No tienes sino que escuchar la emoción cuando te muestran el hotel Tibisay que terminaron hace una semana y les quedó precioso. Las habitaciones impecables con sus 32 camitas tendidas. Lo mismo sucede con los hoteles Mara y Murachí, cada uno para 52 personas. En los sectores Níspero, Pedrera y Campo Alegre tienen listas cerca de 70 cabañas para 4, 7, 8 y 12 personas a los precios más solidarios que puedan pensar. Todas equipadas con cocina, nevera, fregadero, camas, comedor, salón y ventiladores. No ofrecen ni la lencería ni los implementos de cocina, porque desafortunadamente la visita lo destruye todo. El área de acampada tiene capacidad para 100 carpas con sus baños muy bien hechos.
Hubiera sido estupendo que colocaran unos muebles menos pesados en las cabañas.
Son mesas y sillas de madera hechos en Magdaleno pero con arabescos, aparatosos, en radical falta de armonía con la arquitectura, la luz y el viento.
En las habitaciones pusieron literas y camas y lucen abarrotadas. Pero son detalles fácilmente subsanables. Resulta vital una campaña de sensibilización para que la gente cuide y entienda que eso es suyo y si quieren que les dure, pues ¡qué se ocupen, por caridad! La piscina funciona los fines de semana porque entre lunes y jueves le sacan el agua salada, la limpian y la llenan de nuevo. Es la única manera de que se mantenga. Los restaurantes abren también sábados y domingos. Estas áreas están a cargo de INCE Turismo.

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